Por encima de cualquier característica destaca en Consuegra la línea del horizonte en La Mancha toledana. Los gigantes molinos se vuelven enanos en lontananza, pero mantienen la estampa de soldados que escoltan el castillo y sirven de pies de oruga al cielo. Este grupo de molinos de singular belleza es uno de los más amplios grupos de La Mancha y de los mejor conservados. El Alfar se sitúa a las afueras del pueblo en dirección a Madridejos. El grupo de doce molinos surcan la línea del cielo del Cerro del Calderíco. Algunos conservan la maquinaria completa, como Sancho, Rucio, Bolero y Espartero.
Mención aparte merece Sancho, el buen escudero de los gigantes posee toda la maquinaria del siglo XVI y la pone a funcionar para la Fiesta de la Rosa del Azafrán: abriendo sus ventanucos observa el viento con atención, una vez orientada su cabecera y sus aspas, su piedra, Catalina, comienza La Molienda de la Paz. Este acto simbólico, que a menudo frecuentan personalidades, convierte verdaderamente el trigo en harina que se reparte en saquitos entre los presentes. Los molinos dotados de la personalidad de sus nombres no libran su identidad de la última personificación, con apodos traídos de El Quijote: Chispas, Caballero del verde Gabán, Mambrino, Clavileño, Alcancía, Cardeño, Mochilas y Vista Alegre.