Construida en el siglo XVIII y reconstruida en el siglo XX, de estilo neoclásico popular, la Ermita de San Cristóbal está conformada por una sola nave que viene acompañada de una pequeña torre y espadaña.

Históricamente, San Cristóbal, está relacionada con un hecho de gran relevancia: en el año 1836, con motivo de la Primera Guerra Carlista, en estas inmediaciones tuvo lugar una batalla decisiva para el triunfo de las tropas isabelinas frente a los carlistas. Durante la batalla, la ermita sufrió importantes daños, lo que hizo imprescindible su reconstrucción.

La fundación de esta ermita guarda relación con acciones de peregrinaje asociadas a las rutas ganaderas.